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domingo, 5 de junio de 2011

Algo más que un simple penalti

11 metros de distancia entre el punto de la cal y la línea reglamentaria que separa el éxito del fracaso de la materialización de ese fenómeno de alegría llamado gol. Las gotas de sudor cayendo por la frente del ejecutor. El ejecutado escupe y golpea con fuerza sus guantes, preparando sus armas ante el ejecutor. Así pueden transmitirse los segundos previos al lanzamiento de un penalti. La tensión se convierte en un chute de adrenalina que puede provocar dos reacciones bien diferentes: éxito desenfrenado o pánico aterrador. Y es también así como se describe el idilio de Camerún desde el punto de penalti.

Desde 2005, el combinado camerunés tiene un problema psicológico desde los 11 metros. Fue en octubre de ese mismo año cuando la historia de Camerún en los penaltis se tornó de color negro. Corría el minuto 95 de partido cuando Camerún, en plena fase de clasificación para el Mundial de 2006, se jugaba el todo por el todo en un empate a uno contra Egipto que no le valía de nada. La gloria, pendiente de las botas del idolatrado delantero camerunés, Samuel Eto´o. Pero en contra de la lógica, se impone la paradoja y es Pierre Womé, ex jugador del RCD Espanyol, quien asume los galones y ejecuta el penalti. El lateral consigue engañar al guardameta egipcio, pero su disparo se estrella contra la madera y desaparece por la línea de fondo. El paraíso cerró sus puertas a cal y canto a las esperanzas de que Camerún entrase entre los clasificados al Mundial de 2006.

Días más tardes, todos se hacían la misma pregunta. ¿Por qué Eto´o no asumió su rango de capitán y ejecutó la pena máxima para colocar en el edén a su tan amada selección? El delantero explicó que Womé se le acercó y le dijo con total entereza: "Tengo confianza. Quiero tirarlo", asumió con total valentía el lateral. Pero al mismo tiempo que Eto´o explicaba sus razones, la ira de los aficionados no se hizo esperar y pagaron su descontento con el destrozo del Mercedes Benz del jugador y de su casa. Por suerte, su familia no sufrió ninguna agresión, a pesar de las amenazas y el consiguiente deterioro de la peluquería de la mujer de Womé.

Harto de las mentiras y de las acusaciones, Womé decidió salir del anonimato y explicar aquel fatídico día: "Nadie, ni Samuel ni nuestro capitán quería tirar el penalti. Todos sabíamos que podía pasar si se fallaba el penalti. Yo tuve atributos, lo tiré y volvería a hacerlo. Por esa razón me duelen las mentiras de Eto´o", explicaba. La indignación del ex espanyolista llegó a tal punto que incluso hubo varias llamadas telefónicas, que no obtuvieron respuesta por parte del 'león indomable'.

Pero la maldición de los penaltis no quedaba ahí. Un año después, contra Costa de Marfil, Camerún se veía en una eterna tanda de penaltis, que se llegó a prolonga hasta el vigésimo tercer lanzamiento desde los once metros. Turno de Samuel Eto´o, la segunda ocasión que le tocaba hacer frente a dicho trago. Su lanzamiento, a las nubes. El destino apeaba a Camerún de la competición una vez más.

Ayer día 4 de junio, Camerún se jugaba el todo por el todo contra Senegal y con Javier Clemente a las órdenes de los leones cameruneses. La historia, caprichosa como siempre, volvía a citar a Samuel Eto´o al punto de penalti. El todo o la nada. Nervioso, con la cara compungida, se armó de valor y se dispuso frente a frente ante el portero. Nuevamente, la mala fortuna se hacía presa de Eto´o, que fallaba su lanzamiento en el minuto 91 y daba el partido por empatado frente a Senegal, dando por nula cualquier posibilidad de que Camerún entre a la Copa de África de las Naciones de 2012. Samuel cayó desplomado al suelo, después de intentar cazar el rechace del larguero, preso de la impotencia de ver como la maldición se repite en las grandes citas.

Venerado en Camerún, Eto´o supone un estilo de vida para todos los jóvenes cameruneses, que sueñan con cruzar el mar, llegar a España y disfrutar de la aventura de Samuel por Europa. Ejemplo para muchos, la desdichada fortuna le da la espalda a un león que, a nivel de clubes, no le falta nada por conquistar. La eliminatoria supone un golpe de moral para una nación que vive fervientemente el deporte balompédico. ¿Las reacciones? Todos rezan para que las desgracias de Womé del pasado no vuelvan al presente.

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