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domingo, 24 de abril de 2011

Hemos creado un monstruo

Pamplona, 30 de enero de 2011. El Real Madrid acude al Reyno de Navarra en su eterna búsqueda de conseguir los tres puntos y dar caza a un Fútbol Club Barcelona que domina en los últimos años la Liga BBVA. La estrategia empleada por José Antonio Camacho surge efecto y logra maniatar a un Real Madrid inoperante en ataque y un poco gris en defensa. Un gol de Camuñas en el minuto 62 da alas a un Osasuna con ganas de succionar toda la sangre merengue, quedando el Real Madrid– en ese momento- a siete puntos de los culés. Pero la noticia no reside en el resultado del encuentro – pasando a ser algo secundario- , sino en las sucias artimañas de la grada pamplonica en lanzar un balón al terreno de juego durante la disputa del encuentro, obligando al árbitro a detener el juego, tal y como dicta el reglamento.
Sin duda, durante los últimos años en el fútbol español, el antiguo Sadar se convirtió en el primer precedente donde los aficionados pasan a ser protagonistas de una de las peores tretas que se está viendo en el fútbol actual. Hasta cuatro balones cayeron al terreno de juego cada vez que el conjunto dirigido por José Mourinho encaraba la portería de Ricardo. Al ser una moda nueva, e incluso muchos pensando que sería pasajera, que no se instalaría en el tiempo, la Federación castiga a Osasuna con una multa valorada en 600 euros.


Meses más tarde, en la jornada 30, el Zaragoza sufría en sus carnes el mismo acto en el Ramón Sánchez Pizjuán, en la derrota que cosechó por 2-1 frente al Sevilla. Una jornada después, en la 31, los maños se tomaban la venganza por su propia mano y perjudicaban al Getafe con la misma acción, arrancando la ira de unos espectadores que comenzaron a darse cuenta de que estamos alimentando la ira de un monstruo que no para de crecer en los campos españoles. Como consecuencia de ello, el Getafe, emulando el comportamiento del Zaragoza, lo hizo posteriormente en el Coliseum.


El último suceso, y quizás el más bochornoso – también porque fue durante la disputa de un partido en abierto, ante las cámaras de Canal + - ha terminado por sonrojar a cualquier amante del deporte rey en España. Nuevamente, los recogepelotas del Sevilla volvían a manchar su nombre al tirar más de 5 balones al terreno de juego durante la victoria por la mínima frente al Villarreal. Los balones caían desde cualquier fondo del campo. Daba igual de donde ni las formas de tirarlo, siempre y cuando Undiano Mallenco detuviese el juego. Si el colegiado veía más de un balón sobre el terreno de juego, el objetivo estaba conseguido.
La lacra del lanzamiento de balones al terreno de juego comienza a ser una moda, una estúpida y vergonzosa moda. Las cámaras de Canal +, como siempre, no decepcionaron y han cazado a los recogepelotas del club de Nervión lanzando balones al terreno de juego cuando el árbitro decidía reanudar el juego. A diferencia que en otros campos como el Reyno de Navarra o el Coliseum Alfonso Pérez – por citar algún ejemplo- , las órdenes venían desde el propio club, mandando a los recogepelotas enturbiar la esencia del fútbol.
Sería sencillo acusar con el dedo ciertos nombres de la entidad sevillista, acostumbradas al “otro fútbol” como diría Miguel Delibes y como secundaría posteriormente José Antonio Camacho. Pero sin pruebas sería una torpeza del que suscribe estas palabras.  ¿Qué dice la norma? Quizás es lo más preocupante. El Comité decide imponer una sanción económica, valorada exactamente en 602 euros, al considerarlo como “alteración del orden del encuentro de carácter leve”.
Si los propios clubes, reunidos con la Federación, no se ponen de acuerdo en una resolución, el monstruo del que hablamos tenderá a acrecentar su figura, hasta convertirse en un fenómeno imparable. El ‘efecto dominó’, tan de moda por los “juntaletras” de hoy en día, subirá como la espuma y asistiremos, como borregos, a un hecho tan inaudito como vergonzoso. Los aficionados a los estadios empiezan a darse cuenta de que dichas habilidades dan sus efectivos frutos. Victoria del Osasuna, victoria del Getafe, victoria del Zaragoza y doble victoria del Sevilla. Pleno total de victorias.
¿Es esta la mejor Liga del mundo? Por desgracia, cada día me siento más seguro en afirmar, con absoluta rotundidad, de que es una mera quimera infundada por el sucio dinero que manejan los dos grandes clubes de España. La picaresca se ha convertido en tendencia profesada por ávidos y sedientos ‘hooligans’, que no dudan en practicarla para el beneplácito de sus colores. Con sucesos como este, yo grito: odio eterno al fútbol moderno.