Roman Arkádievich Abramovich (Saratov, octubre 1966) es un empresario de la industria petrolera. En junio de 2003, su nombre adquirió fuerza en el continente europeo cuando se hizo con el poder del Chelsea, convirtiéndose en su propietario y salvando la larga deuda que arrastraba desde hace años. Abramovich, huérfano desde los cuatro años (perdió a su madre con 18 meses de vida y a su padre a los cuatro años de edad), cumplía su sueño. De luchar hasta las últimas jornadas por entrar en puestos europeos (5º en 1999/2000; 6º en 2000/2001; 6º en 2001/2002; 4º en 2002/2003 y 2º en 2003/2004) a proclamarse campeón de la Premier League en la temporada 2004/2005, con José Mourinho sentado en el banquillo. Un título que devolvía la alegría a los ‘Blues’ 49 años después, último año que el Chelsea se alzó con la Premier League.
Como si del rey Midas se tratara, todo lo que tocaba el magnate ruso se convertía en oro. En su primer año como propietario del Chelsea, los ‘Blues’ plantaron cara al Arsenal (líderes 2003/2004) de los Henry y Pires con los fichajes de Mutu (29 millones euros), Crespo (26 millones), Verón (22 millones), Makelele (20 millones) o Damien Duff (26 millones) y una inversión superior a los 180 millones de euros. A Abramovich le pareció insuficiente y se propuso que el Chelsea se convirtiese en el referente del fútbol inglés. Para ello gastó cerca de 160 millones en la siguiente temporada y reforzó la plantilla – por deseo y petición de Mourinho - con jugadores de mayor renombre: Drogba (36 millones euros), Petr Cech (13 millones), Ricardo Carvalho (30 millones), Robben (18 millones) y Tiago (12 millones), entre otros nombres. El resultado fue óptimo: campeones de la Premier League (95 puntos en la clasificación) y con una única derrota en su haber.
Dejen sonar la música, parecía recitar Abramovich. El Chelsea volvió a repetir triunfo en Premier League al año siguiente y se adjudicó el primer puesto con 91 puntos. La llegada del multimillonario empresario supuso una revolución, tanto en lo deportivo como en lo institucional. Frank Arnesen - descubridor de talentos como Arjen Robben o Ronaldo Nazario - se adhería al organigrama del cuerpo técnico en calidad de director deportivo. El buen ambiente contagió a la afición, mientras que Mourinho imprimía al equipo de una dinámica mentalidad ganadora. Durante los próximos años, el Chelsea tan solo consiguió una FA Cup y una Carling Cup (2006/2007), y una Premier League más (2009/2010), manteniéndose a la sombra del Manchester United (campeón en 2006/2007; 2007/2008; 2008/2009 y 2010/2011) en Premier League.
Toda esta tiranía de los ‘Diablos Rojos’ en la Premier League se puede tomar como origen en la llegada de Arnesen al puesto de director deportivo. El magnate ruso había dado la invitación de marcharse del club hasta a 12 miembros del cuerpo técnico ya que, según sus estimaciones, “ningún jugador canterano ha conseguido subir al primer equipo”. Por esta razón, Abramovich confió el puesto a Frank Arnesen, dado su historial de jóvenes promesas. Con este problema en el umbral, el acelerado envejecimiento de sus pilares básicos ha empobrecido el nivel deportivo del club. No solo eso, sino que con Arnesen en la planificación deportiva, tampoco se ha conseguido subir a ningún joven al primer equipo. Como muestra de este paupérrimo resultado, un botón, con tres claros ejemplos bien personificados: John Terry, Frank Lampard o Didier Drogba.
Bien entrados en la treintena de edad, el Chelsea se refleja en estos tres jugadores como el principal decadente del rendimiento deportivo. El físico del central inglés ha venido a menos y su contundencia en defensa ha ido diluyéndose en pos de su carácter agresivo con entradas polémicas y despistes continuos. De Franky poco se puede destacar: de ser un pilar en la faceta ofensiva (media de 14 goles por temporada desde 2004) con sus llegadas desde atrás a cuestionar su titularidad. Fabio Capello ha sido el primero en castigar la excesiva relajación del mediapunta y André Villas-Boas ha dado su primer aviso. El caso de Drogba es bien diferente: durante las últimas temporadas, las lesiones (enfermo de malaria y problemas físicos sobre todo) han impedido ver la mejor versión del delantero costamarfileño; de marcar 29 goles en la 2009/2010 a registrar únicamente 11 goles en la siguiente campaña. No son los únicos ya que hasta 12 jugadores (Cech, Hilario, Alex, Ashley Cole, Terry, Bosingwa, Paulo Ferreira, Essien, Frank Lampard, Florent Malouda, Nicolás Anelka y Drogba) registran más de 29 años de edad.
Con el paso de las temporadas, la media de edad del Chelsea crecía sin cesar. Los fichajes no hacían nada más que acrecentar dicha cifra y el rendimiento se veía perjudicado. Sin embargo, algo ha cambiado en Stamford Bridge durante el último año y medio. Las contrataciones de Fernando Torres (27 años) y David Luiz (24 años) en la última temporada, y la confianza depositada en Sturridge (22 años) después de su cesión en el Bolton Wanderers, han impreso aires de renovación generacional en el equipo de un jovencísimo (34 años) Villas-Boas.
Dos de los fichajes del mercado de invierno que decrece la media de edad |
La ilusión de un nuevo proyecto, basado en la juventud y en el proceso de cambio, ha llegado en el último mercado de fichajes. Oriol Romeu (20 años), Juan Mata (22 años), Romelu Lukaku (18 años) y Raul Meireles (27 años) han sido las últimas contrataciones de Abramovich, que ha visto que sin una renovación sería imposible convertirse en ese referente del fútbol inglés y aspirante a la Champions League (sueño truncado durante los últimos años). Cuatro fichajes con una media de edad de 21,75 años de edad. Además, desde hace muchos años, la cantera comienza a tener cierto protagonismo con un claro nombre: Josh McEachran (18 años), seguido de Matej Delac, Ryan Bertrand, Nathaniel Chalobah, Gael Kakuta o Thibaut Courtouis, cedido en el Atlético de Madrid, entre otros.
Josh McEachran entrenando con el primer equipo |
El poderío del Manchester United sigue latente en este arranque de Premier League. Con 10 puntos de 15 posibles, el Chelsea sigue la estela de los imparables equipos de Manchester (City y United); No obstante, un clima diferente se deja apreciar en el exuberante Stamford Bridge: aires de renovación aspiran a devolver la gloria al empresario petrolero con grandes aspiraciones deportivas. Juventud, divino tesoro.